En Los amantes del demonio (2003) Alberto Miralles examina los motivos personales y sociales del terrorismo y los códigos de comportamiento de los que se involucran en los actos terroristas. El terrorismo, concepto más bien ilusorio etéreo que concreto y tangible, y el teatro, donde lo que es y lo que parece ser están inextricablemente interrelacionados, se caracterizan por la inmediatez de la acción y un efecto dramático. Aprovechándose de este paralelismo, Miralles combina forma y fondo y texto y contexto para indagar un aspecto inquietante de la condición humana. En Los amantes del demonio la analogía entre el acto terrorista el acto teatral sirven para crear una imagen penetrante de una realidad perturbadora de nuestro tiempo y presentar una perspectiva de reflexión intelectual con el fin de denunciar dicha realidad.