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¿POR QUÉ DEBERÍAS PROBAR EL TEATRO AL MENOS UNA VEZ?

02 Septiembre 2016
¿POR QUÉ DEBERÍAS PROBAR EL TEATRO AL MENOS UNA VEZ?

Cuando empecé a practicar teatro, no tenía ni idea de dónde me estaba metiendo. Estaba muerta de vergüenza y pensé que me pasaría la clase pendiente de lo que los demás pensaran o dijeran de mí. No fue así en absoluto.Me olvidé de mí misma y de cualquier prejuicio y, al mismo tiempo, conecté con un grupo de gente que me enriqueció.Pasadas unas semanas, era como si me hubiese transformado en otra: mi pensamiento era más flexible y creativo, yo me sentía más segura de mí misma, y empezaba a ver mi vida como un proyecto con sentido. Lo mismo ocurrió a mis compañeros.

Así fue como descubrí el hecho de que la práctica del teatro puede aumentar el bienestar psicológico de la persona.

Cuando practicas teatro, mejoras y afianzas una serie de habilidades necesarias para la vida.

Observación

¿Cómo?

En una ocasión, realizamos un ejercicio que consistía en observar una acción simple (beber un café, cocinar una tortilla o leer un libro) que realizara otra persona durante tres minutos, y luego tratar de reproducir esa secuencia de acciones.

¿Para qué te sirve?

A través de este tipo de ejercicios, sales de ti mismo y comienzas a mirar menos tu propio ombligo y más a las otras personas. Te ayuda a comprender hasta qué punto los demás tienen las mismas inseguridades, miedos y deseos de ser aceptados y queridos que tú.

Esto te ayuda a empatizar, contemplando con más atención al otro. Cuando tu pareja vuelva del trabajo con el semblante serio y te diga que hoy no le apetece salir, te será más fácil ponerte en su lugar que comenzar una discusión desde el yo, sobre por qué a ti si te apetece o arguyendo que es “lo que deberíais hacer”.

Es también una forma de empezar a aprender a escuchar al otro, dado que en el teatro, antes de contestar como tu personaje, has de escuchar con atención a tu compañero en escena e interiorizar lo que dice.

Improvisación

¿Cómo?

Se trata de dejarse llevar, a través de ejercicios de imaginación. Te mueves por la clase al ritmo de una canción, un sonido o las instrucciones del profesor (“imaginad que estáis caminando sobre hielo”, “ahora os encontráis en un bosque rocoso”, “hay un suelo de lava y tenéis que saltar sobre placas de piedra que se mueven”), y comienzas a comprender la verdadera realidad de tu propio cuerpo.

¿Para qué te sirve?

Estamos acostumbrados a que nuestro cuerpo tome una serie de posturas o movimientos muy limitados a lo largo del día: nos pasamos el tiempo sentados delante de un escritorio, tumbados en la cama o de pie por la calle.

A través de la práctica de la improvisación, descubres que tu cuerpo tiene una gama mucho más amplia de movimientos y que incluso te puedes expresar con él de la misma forma que lo haces con las palabras.

La improvisación es jugar, divertirte sin ningún objetivo en mente. No se trata de una clase de gimnasia en la que haya que sudar o seguir los pasos de baile de tu instructora. Es más bien un espacio libre. La clase se convierte en lo que quieres que sea. Los brazos se abren, la cabeza se mueve con libertad, los pies caminan solos y sin miedo a chocarse con otros. Se pierden el miedo al ridículo y la excesiva conciencia sobre nuestro propio cuerpo.

Actuar y moverse: tomar acción

¿Cómo?

“Ser consciente de uno mismo es el enemigo de cualquier arte, sea la interpretación, la escritura, la pintura o el hecho mismo de vivir, que es el arte más maravilloso de todos.” Ray Bradbury.

Cuando interpretas un personaje pierdes la conciencia sobre ti mismo y tu cuerpo. En vez de preocuparte sobre lo que pensarán los demás o si lo estás haciendo bien o mal, te limitas a moverte y actuar, sin bloquearte.

¿Para qué te sirve?

Al interpretar las acciones, pensamientos y sentimientos de tu personaje, reflexionarás sobre una serie de preguntas: ¿Quién es? ¿De dónde viene? ¿Por qué actúa como lo hace?

Una vez te hayas olvidado de la autoconciencia y la crítica y hayas salido al escenario siendo otro, podrás reflexionar sobre esas preguntas haciéndolas, esta vez, a ti mismo.

¿Por qué eres quien eres? ¿Por qué tienes los valores o creencias que has sostenido durante tu vida? ¿Por qué actúas como lo haces?

Quizás descubras que no te conoces tanto como crees y puedas ahondar en tus pensamientos. Puede que aprendas que somos más flexibles en nuestro pensamiento de lo que creemos y que podemos cambiar ciertos hábitos o pensamientos dañinos si averiguamos cuál es su origen.

A través de ese planteamiento, llegarás a ser consciente de la relación tan estrecha que existe entre pensamiento, emoción y acción. Cada pensamiento del personaje resonará en tu cabeza, causando una emoción, la cual a su vez te llevará a una acción. Si tu personaje piensa “Tengo hambre”, sentirá el estómago vacío y se acercará a la mesa que hay en el centro de la sala. Si, por el contrario piensa, “No soporto a mi madre desde que me hizo daño”, el sentimiento será de tristeza y la acción podrá ser apartarse de ese otro personaje hasta el punto de salir de la sala.

Al estar en escena necesitarás hacer ese proceso de forma consciente, cuando en el día a día lo realizamos sin si quiera darnos cuenta, y gracias a ello aprenderás que esos mismos patrones (pensamiento -> emoción -> acción) se reproducen en tu vida diaria, de forma que al reconocerlos serás capaz de ser consciente de ellos e incluso de cambiarlos hacia pensamientos y sentimientos psicológicamente más adaptativos y sanos.

¿Por dónde empiezo?

  • Clases en tu ciudad. Son la mejor forma de comenzar a aprender, dejarte llevar y dar con un grupo de personas con intereses como los tuyos. Las hay para todas las edades.
  • Grupo amateur. Hay una infinita red de grupos amateur que hacen, al menos, un espectáculo al año.
  • Comprar libros de monólogos, leerlos en voz alta y seguir los ejercicios. Te recomiendo comenzar con el monólogo de La novia en Bodas de Sangre de Lorca y con el de Segismundo en La vida es sueño de Calderón de la Barca.

El teatro va a ayudarte a empatizar, a liberar el cuerpo y a conocerte mejor a ti mismo, así como a tus pensamientos y emociones, aprendiendo a desarrollar formas de pensar que te hagan vivir de forma más satisfactoria.

Y tú, ¿has practicado teatro alguna vez? ¿Te gustaría empezar a hacerlo? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!

Imagen de cabecera: Matthew Murphy

 

© Colaboración de Marta J. Sanchís (escritora y psicóloga) para www.divanpsicologos.com

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