Lorca, subtituló su obra "Drama de mujeres en un pueblo de España". Drama de interiores obsesivos, obra de una sencillez y sobriedad absoluta; teatro puro. ¡Realidad!
La Casa, prisión y laberinto, regla y norma impuesta, no deja esperanza a ninguno de los que la habitan. En la casa no hay más allá de las paredes, ni más mañana que ese día opresor de verano.
La Casa de Bernarda Alba se apoya éticamente en la conversión en drama con personajes concretos de la erosión de unos valores fosilizados que no dejan sustituir por otros, válidos para el hombre y la mujer, que lentamente van cuajando.
Lorca coloca en el escenario la riqueza relativa o su apariencia como fuente de poder, a la tiranía y el odio como sustitutos de lazos familiares, a la convivencia social y el temor como sucedáneos del amor y el erotismo, al poder tiránico como sustituto válido del principio de autoridad merecido y la absurda razón del mantenimiento a ultranza de unas normas inhumanas e incomprensibles.