Neró, el protagonista, es bombero y vive cercado por su propia ignorancia. Ahora, los bomberos se dedican a quemar las casas en las que encuentran libros, en vez de apagarlos. Las personas que pasean, que charlan son sospechosos. Los ciudadanos se pasan su tiempo viendo la TV. Pensar es malo.
En esta distopía la sociedad está dominada por la apatía. La mayoría ha renunciado voluntariamente a la Filosofía, la Política, la Literatura. Nadie se hace preguntas. Los jóvenes buscan diversión en la violencia. Es una sociedad banal y conformista.
Respirar nos habla del peligro del triunfo de la mediocridad y la uniformidad. Los pocos hombres sabios son descritos como un peligro social.
El ocio se ha plagado de películas vacías y retransmisiones deportivas. La vida hay que vivirla deprisa, sin tiempo para pensar. No hay tampoco lugar para el dolor. No se llora por nadie. La única “familia” es la “familia virtual”.
El fuego y su simbología van a jugar un papel importante a lo largo de la obra.
Respirar es una sociedad sin cultura, sin historia, sin recuerdos. Una sociedad anestesiada y amnésica. Esta obra teatral nos impele a descorrer el velo del conformismo, a pensar, y hacernos preguntas constantemente: ¿Por qué son odiados los libros? ¿Por qué son una amenaza? ¿Qué hay en ellos que los hace temibles?