Todas las familias felices se parecen pero cada una es infeliz a su manera.
(Leon Tolstoi. Anna Karenina).
Con ayuda de su sobrina Sonia, Vania administra una finca familiar que conoció tiempos mejores. Cuando Alejandro Serebriakov, profesor jubilado y viudo de la madre de Sonia, se instala en la propiedad con Elena, su nueva esposa, brotan con inusitada fuerza unas tensiones que no estaban solventadas sino solo adormecidas, provocando el cataclismo interior de unos destinos humanos abocados a coexistir con el tedio y el fracaso.