La obra se desarrolla en el verano de 1990 en Madrid. La ciudad, como el país, bulle con la perspectiva de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo Universal de Sevilla, y el ayuntamiento de la capital se ha propuesto erradicar los poblados que afean la estética de la ciudad. Al noroeste, un barrio construido por inmigrantes a mediados del siglo veinte en medio de ninguna parte se convierte en el objetivo prioritario del Ayuntamiento, que ya ha recalificado muchos de los terrenos de la zona para construir torres de viviendas y modernizar las infraestructuras. Así, los habitantes de Cerro Belmonte reciben una oferta del alcalde, que está dispuesto a pagar 5000 pesetas (apenas 30 euros) por cada metro cuadrado de sus viviendas. A cambio de ese dinero, las gentes del pueblo de Cerro Belmonte tendrán que abandonar sus casas, que serán derribadas para que la gran ciudad las engulla. Raquel, abogada de 28 años, que creció en Cerro Belmonte, toma cartas en el asunto y se pone al frente del movimiento vecinal organizando concentraciones y protestas que no consiguen que el ayuntamiento dé su brazo a torcer. Agobiada por la injusticia que está viviendo, Raquel hace una “declaración unilateral de independencia” a la que se unen casi todos los habitantes del pueblo/barrio mediante un referéndum. Nace así, en el corazón de Madrid, el reino sin rey de Cerro Belmonte.