Dicen que a veces, cuando el sol se retira, envía un beso desde la línea del horizonte a todo el que lo está mirando en ese momento. Es un beso casi furtivo que tan solo dura un segundo, pero verde e intenso como la esmeralda.
Hoy Kandela se ha despertado soñando con aquel beso. Esa línea del horizonte que despide al sol y le anuncia la hora de acudir a su cita.
Esa cita la lleva, noche tras noche, hasta una peculiar encrucijada de arterias urbanas donde muchos la esperan para desnudarse junto a ella.
En ese intercambio de calor y vida tampoco faltan los que suelen pasar a su lado sin decir nada. Ella les observa en silencio. No le importa que ni tan siquiera se dignen a mirarla porque sabe que, como todos, son conscientes de su presencia en cualquier estación del año, luna tras luna, invitándoles a convertirse en el mejor recuerdo de cada uno de ellos...