Yerma, que lleva dos años y veinte días de matrimonio cuando comienza la obra, espera con gran ansiedad tener un hijo. Su marido, Juan, no parece compartir esa ansiedad. Al no cumplirse su afán de maternidad, comienza a debatirse entre la esperanza y la desesperación; a medida que ésta va sobrepasando a aquélla, el carácter de Yerma se endurece. Vive en una tensión extrema que la va enfrentando consigo misma, con su marido, con la sociedad en que vive y, en cierto modo, con toda la naturaleza.