por Carlos Taberneiro
Aparentemente la economía no interesa nada más que a los profesionales, si embargo el teatro aficionado, que ideológicamente no mercadea, se encuentra en un mercado del teatro. Los comediantes aficionados necesitan al público para existir. Podemos decir por lo tanto que se mueven en un mercado. En efecto, ofrecen un producto -el espectáculo de teatro- que encuentra una demanda, la del público.
La frontera entre condición de aficionado y profesionalismo es vaga y porosa. Los profesionales y los aficionados están a la vez lejanos y próximos. Están alejados porque allí donde esta regulada jurídicamente tienen un tratamiento jurídico heterogéneo y diferenciado por el Ministerio que los acoge y por una gran parte de los poderes públicos. Próximos porque la situación de aficionados y profesionales son muchas veces similares a la hora de compartir ese mismo mercado de las Artes escénicas, dándose el caso de grupos que funcionan de forma híbrida, tanto como aficionados en ciertos circuitos como profesionales al acceder a ciertas salas. Los aficionados y los profesionales forman parte de lo mismo: proponen un producto al mercado, pero ¿cómo coexisten en ese mismo espacio?
Cuando un artista profesional se ve obligado, para asegurar su supervivencia, a tener un empleo, se acerca al modelo del aficionado que practica el teatro sin que esto sea para él una fuente de ingresos. De la condición de aficionado a la de profesional, hay pues un continuum de situaciones, próximas unas de otras. Es difícil de delimitar el espacio del profesional y el de la condición de aficionado. No existe barrera verdadera y cualitativa que una vez pasada introduciría a los comediantes en la profesión. Hay unos comediantes de quienes se está seguro que son profesionales, otros de los que se está seguro que son aficionados, pero una buena parte todavía duda. Todo transcurre como si entre el mundo aficionado y el mundo profesional se situara un amplió espacio, dónde verdaderamente no se está en ninguna parte, pero donde todavía se puede ir de un lado al otro.
La articulación de las prácticas de aficionados y profesionales es un problema aún ampliamente cuestionado. Los aficionados y los profesionales se colocan cada uno por su parte, sin saber lo que hacen los de en frente. Las autoridades públicas validaron esta existencia heterogénea y por lo tanto reforzaron la ignorancia mutua. Hay, en esta cuestión, un verdadero reto para las políticas culturales.
Reivindicar un espacio natural para la alternativa no profesional datándolo de un discurso propio y de base “ideológica”.
Las artes escénicas son una práctica de alto valor para el desarrollo personal y colectivo porque son experiencias emotivas compartidas de representación de la realidad que permiten interiorizarla y enriquecer el sistema personal de valores. Como práctica compartida, las Artes Escénicas, son un factor importante de identidad cultural y de cohesión social, entre otros motivos porque permite comprender la diversidad de expresiones culturales que conviven en un territorio.
En algunos estudios realizados sobre percepción social de la cultura se concluye que la mayoría de ciudadanos atorgan un alto valor a las prácticas artísticas para el desarrollo personal a pesar de que su práctica sea minoritaria. En segundo lugar hay que medir la opinión profesional de disciplinas como la pedagogía, la antropología, la sociología, la historia, etc...
Hay unanimidad profesional en considerar la importancia de las prácticas artísticas en el desarrollo personal y colectivo, incluso se puede establecer una cierta correlación temporal entre el surgimiento de movimientos artísticos y la eclosión de cambios sociales significativos.
Valorizar la práctica no profesional de las artes escénicas.
Hay un cierto complejo en reconocerse como perteneciente al teatro amateur, aficionado o no profesional. Muchos grupos imitan las estructuras profesionales por ausencia de modelos propios. Por otro lado un cierto número de profesionales ve lo no profesional como competencia desleal y por lo tanto desprecia su promoción.
Corresponde a los “grandes aficionados”, a aquellos que “militan” activamente en la no profesionalidad, que tienen una trayectoria consolidada en ente campo, alzar la voz y reivindicar su derecho a coexistir con lo profesional.
En el ámbito cultural, la expresión “práctica amateur” designa cualquier actividad artística y cultural ejercida fuera de toda influencia escolar o profesional, individualmente o en grupo, en el marco del ocio y el tiempo libre.
El aumento del tiempo libre y la búsqueda de una expansión personal explican el desarrollo de las prácticas artísticas no profesionales.
Por eso el desarrollo de las prácticas no profesionales se integra en una política general de democratización de la cultura.
Los aficionados necesitan formación, intercambios y público para adquirir las herramientas que les faltan, para encontrar la exactitud de la expresión que buscan. No reivindican la “profesión”, pero tienen la exigencia del “oficio” de actor. Ofrecen su teatro al público, y con él la libertad de descubrir nuevas posibilidades de vida, nuevos lenguajes del cuerpo, la palabra y la imaginación. Hacen trabajo de creación y permiten que nos recubramos a nosotros mismos a través de su trabajo.
El discurso del amateur debe ser vindicativo; debe defender esa opción que ha sido injuriada, calumniada o injustamente denostada, la de quien elige de forma consciente la alternativa de la no profesionalidad.
Es necesario practicar el amateurismo consciente, deseado, orgulloso. El amateurismo llega más lejos con un presupuesto exiguo que un profesional en les mismas condiciones porque suple con imaginación, pasión, sinceridad lo que no puede comprar.
Hay estupendos aficionados, que hacen las cosas por que sí, porque les gustan, que saben tanto o más que muchos profesionales de su mismo campo. Y además son más independientes.
Dave Winer dice en una entrevista en el videoblog Rocketboom: Ser amateur no es menos que ser profesional. Simplemente es otra manera de hacer las cosas. La raíz de la palabra “amateur” es amor. Alguien que hace algo por amor es un amateur. Alguien que hace las cosas para poder pagar sus facturas es un profesional. Los amateurs tienen más integridad que los profesionales. Si eres un amateur tienes menos conflictos de intereses y menos motivos para no decir la verdad que si tienes que conseguir pagar tus facturas y agradar a todo el mundo.
Pero no es necesario oponerse a lo profesional para defender lo amateur. Simplemente lo profesional no es un estadio superior del amateurismo. Muchos parecen ir pregonando en su quehacer diario algo parecido a “yo de mayor quiero ser profesional”
Siempre que se oye la palabra amateur se piensa en alguien que realiza una actividad sin remunerar puesto que no es tan bueno como un profesional. Una definición de amateur que se construyó por oposición a profesional. Es necesario cambiar la perspectiva. Amateur es aquel que ama, aquel que hace algo por pasión. Nunca deberíamos pensar en ser amateurs para algún día llegar a ser profesionales sino lo radicalmente opuesto, si algún día dejamos de ser amateurs en algo que estamos haciendo profesionalmente, ese día debemos de dejar de ser profesionales.
Hoy en día, las etiquetas de amateur o aficionado (equivalente a diletante, que cultiva algún campo del saber, o se interesa por él, como aficionado y no como profesional) son ligeramente despreciativas. Popularmente se define a un amateur o aficionado ( un diletante) como alguien no lo bastante hábil, una persona que no debe ser tomada muy seriamente, alguien cuyo rendimiento no alcanza las normas profesionales.
Pero originalmente “amateur” proviene del verbo latino amare, amar, y se refiere a una persona que ama lo que hace. De forma parecida, “diletante”, del latín delectare, significa “encontrar delicia en“, era alguien que disfrutaba realizando una actividad determinada. Los significados más antiguos de estas palabras, por lo tanto, atendían a las experiencias en lugar de a las realizaciones; describían las gratificaciones subjetivas que recibían los individuos al hacer las cosas, en vez de puntuar lo bien o mal que las realizaban.
Nada ilustra tan claramente el cambio en nuestras actitudes hacia el valor de la experiencia como el destino de estas dos palabras. Hubo un tiempo en el que era admirable ser un poeta amateur o un científico diletante, porque significó que la calidad de vida podría ser mejorada al ocuparse en tales actividades. Pero el énfasis se ha volcado cada vez más en valorar los comportamientos en vez de los estados subjetivos; lo que se admira es el éxito, el logro, la calidad del rendimiento en vez de la calidad de la experiencia. Así ha llegado a avergonzar ser llamado un diletante, incluso aunque para ser un diletante haya que lograr lo que más cuenta: el disfrute que nos proporcionan las propias acciones.
En el mundo de las nuevas tecnologías se puede comprobar que el saber que merienda el amateur -se llame Steve Jobs o Bill Gates- produce objetivos que el profesional ni siquiera concibe. Simplemente porque el profesional tiende a seguir lo profesionalmente establecido como cierto, mientras el amateur, menos prescrito, goza la ventaja de jugar con la mentira y con la providencia de lo incierto.
El Amateur...aficionado..., no profesional, debe reivindicar un espacio natural para la alternativa no profesional datándolo de un discurso propio y de base “ideológica” sólida. Debe valorar la práctica no profesional de las artes escénicas, alzar la voz y reivindicar su derecho a coexistir con lo profesional, debe en fin practicar el amateurismo consciente, deseado, orgulloso
Las compañías no profesionales llegan, a sitios que los profesionales no pueden o no quieren llegar. Las compañías no profesionales actúan en espacios que no aceptarían nunca las compañías profesionales (sus montajes no están pensados para estos espacios) y a salas con dotaciones técnicas claramente insuficientes. No obstante consiguen atraer la atención del público y sus aplausos. Las compañías no profesionales crean público para las artes escénica, un público que luego acude a las salas comerciales y contribuyen a los ingresos de las profesionales. Las compañías no profesionales no tienen acceso a los foros de decisión
Podemos decir del amateurismo y de la profesionalidad que son las dos definiciones o ideales-tipo de las que nos servimos para describir las prácticas del teatro, las dos orillas opuestas de un mismo espacio . Pero para describir la realidad del teatro no son suficientes estos dos términos.
En nuestra opinión, la clave de una articulación positiva de las prácticas de aficionados y profesionales se encuentra en esta zona intermedia donde los modelos se cruzan y donde los protagonistas vacilan. Una política cultural audaz tendría por objetivo llenar este vacío estatutario y jurídico. Debería definir formas jurídicas para los "profesionales" y para los "grandes aficionados" y quizás articular una forma intermedia de “semiprofesionales”. Eso permitiría un aclaración de los estatutos de los unos y de los otros, y sería entonces quizá posible prever una división razonada y adaptada a los recursos y a las especificidades de cada uno del espacio de creación y difusión artística. Una definición clara establecería un cordón sólido de transición entre el mundo aficionado y el mundo profesional.
Es esta indefinición jurídica y estatutaria la que provoca un cierto distanciamiento y desconfianza entre ambas orillas.
Por todo lo hasta aquí expuesto nace EscenAmateur. Para reivindicar sin complejos ese necesario espacio natural para la alternativa no profesional, para valorizar la práctica del amateurismo consciente y para reivindicar la coexistencia pacífica y la colaboración con la alternativa profesional.
EscenAmateur nace con los siguientes objetivos:
• Proponer A los poderes públicos la definición de un marco jurídico del teatro aficionado.
• Promover la presencia o representación del teatro aficionado en las instituciones o foros institucionales locales, autonómicos, nacionales e internacionales.
• Proponer a los poderes públicos políticas específicas de ayuda a la producción y a la distribución.
• Favorecer la interlocución con los órganos nacionales de coordinación de Ayuntamientos.
• Promover una relación estrecha entre el teatro aficionado y las sociedades administradoras de los derechos de autor.
• Proponer y articular canales y circuitos de distribución del teatro aficionado.
• Establecimiento de estrategias para la creación y fidelización de nuevos públicos.
• Fomento de centros de documentación, recursos, asesoramiento, orientación y espacios de encuentro y debate.ANEXO argumental
Definición de aficionado
amateur. 1. Voz francesa (pron. [amatér]) que se usa con cierta frecuencia en español con el sentido de ‘[persona] que realiza una actividad por placer, no de modo profesional ni remuneradamente’ y, en especial, ‘[deportista] que practica un deporte sin recibir por ello remuneración directa’. También significa, en referencia a una actividad o a una categoría deportiva, ‘de aficionados’. Se opone, pues, a profesional. Se recomienda sustituirlo, en lo posible, por las expresiones españolas aficionado (o de aficionados o para aficionados, cuando se refiera a una actividad o a una categoría deportiva) y no profesional: «Defendemos el deporte de aficionados» (Proceso [Méx.] 21.7.96); «La prueba de fondo en carretera para aficionados de los campeonatos del mundo de ciclismo» (País [Esp.] 2.9.77).
Este galicismo ha dado lugar al derivado amateurismo (pron. [amateurísmo]), que significa ‘condición de aficionado o no profesional’ y ‘práctica no profesional de una actividad o de un deporte’: «En el binomio profesionalismo-amateurismo, descubrieron los mercantilistas la oportunidad de ganar dinero» (Cagigal Deporte [Esp. 1975])
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Alguien escribió respecto al mundo de la fotografía unas palabras en las que confrontaba la practica amateur de la fotografía con la profesional.
Razones por las que ser amateur no es del todo malo, todo lo contrario y viceversa:
• El dinero que ahorro con mi trabajo diario me lo gasto en los objetivos y aparatitos que quiero, ya sean o no necesarios. // Si me dedicase a la fotografía habría prioridades que se llevarían el dinero extra: impuestos, gastos generales, papelería, publicidad, marketing…
• Como amateur puedo disparar absolutamente todo lo que quiera a mi gusto. // Si fuera profesional, quizás dictarían las pautas clientes ‘artistillas’ con los que me vería forzado a llevar a cabo trabajos frustrantes.
• Siendo aficionado disparo sin presión de ningún tipo y puedo emplear todo el tiempo del mundo en crear lo que quiera. // Si fuese profesional tendría plazos, trabajos desagradables y aburridos…
• Hoy no tengo distracciones fuera de lo fotográfico. No disparo más rápido porque necesito más dinero. // Si fuera fotógrafo profesional quizás no me podría centrar en disparar lo que me gusta, sino lo que me da dinero. Lamentablemente ambas cosas no siempre coinciden.
• Disfruto de mis fotos porque me gustan y me traen recuerdos de momentos divertidos. // Si fuera un pro quizás sólo me gustarían las fotos que he llegado a vender o no haría más que las que me van a comprar. Peligroso….....................................................................
Además de sus objetivos una asociación como EscenAmateur, y de contar con los recursos e infraestructura adecuados, podría desarrollar una serie de actividades como:
• Creación de una Base documental y observatorio de las artes escénicas no profesionales.
• Creación de Centro de asesoramiento y orientación para la práctica no profesional: Asesoramiento sobre constitución de grupos, trámites jurídico administrativos, Asesoramiento para Incentivar la creación, Asesoramiento en materia de formación.
• Elaboración de un censo de practica no profesional de artes escénicas. Creación de Bases de datos de grupos, festivales, asociaciones dramaturgos, compositores y especialistas en diversos apartados (escenografía, vestuario, atrezzo, iluminación, etc.).
• Creación de un Banco de “buenas prácticas” donde se recojan, con un amplio dossier explicativo, experiencias realizadas en materia de artes escénicas no profesionales (festivales, muestras, certámenes, talleres, exposiciones, etc.), y que estén a disposición de aquel o aquellos que quieran reproducir la experiencia en su municipio, bajo el asesoramiento u orientación del especialista autor del evento. Sería como un registro de ideas realizadas a disposición de quien quiera reproducirlas, o mejorarlas en la práctica.
• Promover encuentros, talleres, conferencias, debates y campañas, con el fin de favorecer una reflexión sobre la situación del teatro Aficionado y para valorizar y difundir la práctica del Teatro no profesional.
• Establecimiento de unos premios que reconozcan las valores de defensa del teatro aficionado y la calidad de sus especialistas.
• Creación de un espacio Web de libre acceso a todos y desarrollo de su presencia en las redes sociales.