La clase muerta plasma una clase escolar poblada por viejos que se aferran a su memoria en un intento agónico por revivir aquello que alguna vez fueron. Kantor se impone a sí mismo como maestro de una letanía absurda que los patéticos escolares repiten u olvidan en una espiral infinita. Además, deconstruye un delirante texto teatral cuyos personajes son asumidos ocasionalmente por los actores para desvelar la intrascendencia de toda acción frente a la presencia palpable de la muerte. En este cortejo de fantasmas absolutamente carnales, la irrupción del humor y de leves notas emocionales en tanta oscuridad se constituye como una de las características del Teatro de la Muerte.