Anja y Andreas, un matrimonio sumido en la rutina, se trasladan a Isbrük, un pueblo de pescadores, con la esperanza de reencontrarse el uno al otro y cada uno a sí mismo. Pero Isbrük no es un lugar para reencuentros, sino más bien un decorado, que se nutre de hombres pez y mujeres de hombres pez que han sido ya tragados por las aguas de su propia desesperación.
Se trata de una obra construida a través de un estilo conciso, casi minimalista, dominada por un texto poético, cargado de metáforas e imágenes simbólicas.
Una especie de tragedia moderna en la que la soledad acaba siendo un viaje de ida y vuelta para sus protagonistas: «Todas las mujeres de la familia desde hace generaciones han acabado locas. Locas y solas. O solas y locas. No estoy segura. Quizá todas deshidrataron tomates como punto de partida».
Se trata de una historia de amor fallida entre seres que se adoran pero que no saben vivir juntos. La relación sentimental entre Anja y Andreas, así como la que cada uno construye con su hija, Luissa, es el núcleo donde se fundamentan el resto de las interacciones de los personajes de la obra.