Una producción de Melpómene Teatro.
Pared lleva al escenario a cuatro mujeres. Por un lado, las vecinas que se mudan de casa, y antes, hacen un repaso a su memoria, testigos de los gritos y peticiones nocturnas de auxilio de la segunda, que lleva el nombre cínico de María Amparo y padece la doble violencia de un marido frustrado y de un hijo agresivo. De una parte y otra de la pared se organizan, pues, de forma aparentemente simétrica, dos reflexiones acerca de la manera de librarse de la violencia de género. Y es que ni María Amparo logra transformar su odio y su dolor en una fuerza de liberación, ni las vecinas, temerosas, consiguen encontrar el camino de una denuncia. Y aquella impotencia, que las encierra en el malestar y la culpabilidad, forma parte de las causas de la mudanza.
De forma simétrica respecto a la pared que los separa, cada uno de los personajes femeninos opta por una actitud opuesta, sabiamente orquestada por todos los detalles de la escritura. Por un lado el paraíso (la paredes blancas, limpias, la libertad de movimiento, el silencio, la perspectiva, el espacio infinito, la paz...); por el otro el infierno (el calor agobiante de la plancha y el lavavajillas, la violencia, el espacio saturado de palabras, de objetos de acciones...) Por un lado el deseo de huir hacia el exterior (la mudanza); por otro el de huir hacia el interior (la cocina, la familia...).
Dos visiones diferentes de una misma realidad, y en medio de todo ello los grandes males que aquejan a la sociedad actual; soledad, incomunicación, violencia, miedo...