El Corregidor, abusando de su cargo y con la complicidad de su secuaz, el vivales Garduña, en uno de los saraos que tienen lugar en el molino, trama un ardid para conseguir que el Molinero se ausente una noche y conseguir así los encantos y favores de Frasquita, la Molinera, sin importarle burlar tanto al Molinero como a su propia esposa la Corregidora.
Pero el tiro le saldrá por la culata porque las mujeres, empoderadas y justicieras, descubrirán
su juego y le darán su merecido.