Partiendo de una situación "sorpresa", el hábil autor nos introduce en una tierna farsa: un grupo de ancianos, extemporáneamente vestidos al estilo 1900, pasean por la Castellana a bordo de un imaginario landó. Viven en un mundo fantástico -un mundo y aparte, si se me permite decirlo así- sin contacto con la realidad exterior.
Pero he aquí el contrapunto: de repente, empiezan a aparecer por la finca ciertos variopintos visitantes invitados por un misterioso señor duque que les ha prometido la felicidad...