120 años ya del nacimiento del dramaturgo Alejandro Casona, ese asturiano universal, que dejó patente en su obra las características, llenas de contradicciones y mágica realidad, de su pueblo, de su tierra y de su gente; ese autor que nos contó como éramos nosotros mismos y que nos permitió soñar para vernos reflejados desde la distancia; ese autor que escondido, en ocasiones, entre las sombras del tiempo, no nos permite olvidarlo...
Y esta efeméride del autor y de nuestra compañía -para cerrar la conmemoración de estos veinte años sobre los escenarios- nos ha llevado a presentar: El caballero de las espuelas de oro. Esa última pieza casoniana entre lo histórico y lo autobiográfico, entre el testamento y la declaración de principios, entre la aguda crítica y el estudio literario, entre fantasía y realidad, como no podía ser de otro modo.
Un Quevedo que lucha y se rebela contra el poder y la cobardía, que se enamora de imposibles y de sueños, que confía en que todo ha merecido la pena, y que se siente obligado a convivir con un terrible frío, que podemos llamar soledad.
Un retrato de nosotros mismos a través de la mirada vidriosa de Francisco de Quevedo, de "su insolencia de espadachín-poeta, de su agresividad contra toda falsificación, de su deslumbrante carcajada y de su arrebato de mística y sátira; un retrato también del poeta (de los dos), que mezclando lo histórico y lo lírico nos revela los secretos que no podemos ocultarnos ante el espejo del teatro y nos hace acercarnos a la grandiosidad de nuestras letras.