Una mujer, sí, una mujer -es necesario señalarlo-, se levanta día tras día para luchar por un imposible, pero no le importa. Un grito de libertad, aunque sea silencioso, siempre hace que algo resuene en nuestros corazones. Las herramientas del poder han cambiado mucho en dos mil años, pero esos gritos, más grandes o más pequeños siguen siendo necesarios.
Tebas va a estar triste esta noche. Parece que todo el mundo ignora lo que va a pasar. Pero eso no es cierto, ahora ya no. Todos lo sabemos, pero también fingimos que no va a ocurrir.
Antígona enfrentada nuevamente al poder, al nuevo poder, a los nuevos poderes, pero dando un paso más allá. El grito que se presenta no es de relumbrón y fuerza, sino de belleza y sensibilidad, de imaginario y significación. Una Antígona que parte de la diferencia, del margen y de la estética para intentar cambiar algo. En el escenario, seguro; tal vez, en la mirada del espectador…