Los verdaderos amantes del arte escénico
Aficionados y profesionales extremeños del teatro celebran su día pero insisten en la importanciade contar con apoyo institucional para salvar este arte y, en general, la cultura. En Extremadura hay unas sesenta compañías.
La civilización griega es considerada como cuna de la cultura occidental y alcanzó su máximo esplendor y desarrollo en distintas áreas del conocimiento como la arquitectura, la filosofía, la literatura y las artes escénicas como el arte dramático. Envuelto en magia y misterio, el teatro está relacionado con la música, las prácticas simbólicas y/o religiosas y la danza. De hecho, se considera esta última como la primera manifestación teatral que surge en la prehistoria cuando el hombre se cubría con pieles de animales e imitaba los movimientos de las fieras que iba a cazar. Algunos especialistas sostienen además que las primeras obras dramáticas surgieron en las fiestas dionisiacas (del dios de la vegetación y el vino que según la creencia, moría en invierno y renacía en primavera), donde un grupo de hombres disfrazados cantaban y bailaban en honor a Dionisio en un intento de asemejarse a las divinidades y adquirir algo de poder similar al suyo.
La evolución hizo que en el siglo V antes de Cristo se establecieran los relatos clásicos de tragedia y comedia y que en el VI los festivales introdujeran un actor que naba con el coro. Fueron Sófocles y Esquilo los que incrementaron el número de actores a la acción, aumentando así el escenario y construyéndose grandes teatros de piedra que llegaron a reunir a más de 10.000 espectadores.
En Extremadura, el Teatro Romano de Mérida llegó a tener un aforo de 6.000 espectadores, aunque actualmente su graderío tiene capacidad para albergar a 3.000 personas sentadas. Es, junto al anfiteatro, uno de los principales y más extensos conjuntos arqueológicos de España, y todos los veranos es el escenario del Festival de Teatro Clásico de Mérida, uno de los más importantes del panorama nacional.
La afición al teatro en la región se hace patente tanto en el número de espectadores como en el de compañías, ya sean profesionales o amateur. Estas últimas no buscan en la actividad dramática un medio de vida, sino un modo de desarrollo personal y de liberación en el tiempo de ocio. En Extremadura rozan las seis decenas, y la mayoría (concretamente 54) forman parte de Fatex (Federación de Asociaciones de Teatro Amateur de Extremadura), que insiste en que la diferencia con el teatro profesional no está en el resultado final, sino en la forma de enfrentarse al papel. La principal dificultad con que se encuentran los amateurs es la de horarios a la hora de establecer ensayos: "Es difícil y a la vez fácil, porque hay que compaginar la afición, en los ratos libres, con los trabajos habituales, pero se hace con ilusión y ganas" dice José Martínez, Presidente de este colectivo.
Más allá de los amateurs están los que se dedican en cuerpo y alma, tanto horaria como vocacional a este arte. Uno de ellos es Domingo Cruz, actor, director y productor extremeño que en el año 2005 funda la compañía de teatro El Desván, en la que trabaja junto a Diego Ramos, también actor, productor y escenógrafo de esta tierra.
Tras diez años de trabajo han pasado tanto por grandes producciones como por temporadas en las que ha sido necesario replantearse proyectos. "Tras probar en teatro y televisión en Madrid me apetecía desarrollar proyectos propios en los que pudiera contar las historias que me interesaban y de la manera que me interesaba. Ahora mismo estamos con varios proyectos en marcha. Una comedia, un drama contemporáneo y un proyecto en México para 2016", expresa Cruz.
No es cuestión económica Por encima de la mayor o menor profesionalidad en el teatro, lo que sí tienen en común ambos protagonistas es el amor al arte y la necesidad de elevar la cultura por encima de la simple cuestión económica. "Todos somos generadores de una riqueza económica, pero el teatro y la cultura es muchísimo más que eso", indica Martínez. "Ahora mismo --continúa Cruz-- la mayor dificultad se encuentra en levantar proyectos y circuitos teatrales con presupuestos. Las administraciones están desentendiéndose de su obligación de velar por ofrecer a la ciudadanía cultura de calidad y a menudo confunden arte con entretenimiento. Eso nos coloca en situaciones extrañas y de competencia absurdas". Además, agrega, no hay que olvidar que "vivimos en un país en el que el año pasado el libro de "no ficción" más vendido fue el de Belén Esteban. El público puede hacer con su dinero y su tiempo lo que le de la gana pero una política responsable debería animarnos a que leyéramos a Shakespeare, a Paul Auster o a Pérez Reverte".
(MÁS INFORMACIÓN EN EL PERIODICO DE EXTREMADURA)
presidencia@escenamateur.org
