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La quimera se convirtió en realidad

Quimera es, según la Real Academia Española, «aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo». Quimera es también el nombre de la obra que el barquense Gabriel Prada creó hace tres años, impulsado por su gran maestro en el mundo del teatro y el clown, Paco González. Y quimera conseguida (por antagónico que parezca) es lo que dice vivir al haber sido elegido como el representante español de Escenamateur (la confederación de teatro amateur) en el festival internacional de teatro aficionado de Marruecos, que se celebra en mayo en la ciudad de Oujda.

«Fue un sorpresón, yo que lo más lejos que he ido con el teatro ha sido a Puebla de Sanabria», cuenta entre risas Gabriel Prada. En su relato se mezcla la alegría con la emoción, esta procedente de las referencias a Paco González, para quien no tiene más que palabras de agradecimiento. «Él me animó a crear la obra (es, además, el protagonista en solitario), y me dijo que me iba a llevar a recorrer mundo con él. Habló de ir a Portugal, a Brasil... Pero entonces fue lo del coma [González se recupera, tras pasar más de dos años y medio en coma]... Y al final sí que saldré fuera con la obra, al menos una vez», señala.

Una obra universal

Prada dice que Quimera sirve para representar en cualquier país. Basta, señala, matizar algunas «distorsiones» culturales. El resto es universal. Es lo bueno, apunta, del clown, del teatro mudo. Cree precisamente que esta fue una de sus mejores bazas para ser seleccionado para el certamen del continente africano. «El clown en un lenguaje internacional y alcanzable a todo el mundo», defiende.

En Quimera, Prada representa a un payaso sin trabajo que quiere emplearse en un circo, pero es rechazado; que se enamora de una payasa, que le rechaza... «Es una historia sencilla, sobre las ilusiones del ser humano... Sueña con el amor y con tener una familia, con tener hijos, que son mitad niños, mitad escalera; unos trepas, vamos», dice entre risas. Y añade: «es un divertimento». Un espacio para la risa que no entiende de edades. Cuenta como anécdota que en una función en Santiago de Compostela podía ver desde el escenario lo mucho que se reían con la obra varios niños sentados en la primera fila. Cosas del destino, eran marroquíes, según supo una vez terminada la representación.

Prada no está solo en el escenario. Le acompaña la música de Vaamonde, Lamas & Romero, que le cedieron los temas del disco O tambor de prata, un homenaje a Os Trintas de Trives. «Paco me dijo que usara música como subtexto, y que buscara un grupo gallego», cuenta.

El autor y actor teatral espera que el viaje a Marruecos sea solo el punto de inicio de una nueva gira de Quimera. «En Galicia ya la hemos movido mucho, ahora quiero llevarla fuera -dice-. Aparte, esta ocasión me ha hecho pensar que tengo que aprovechar que es teatro sin palabras, y la presentaré a otros festivales internacionales».

Proyectos aparcados

Después de Quimera, Prada escribió también Estación Sombrío, una obra en homenaje a Paco González, «y que me ha ido muy bien». Empezó también un proyecto infantil sobre un texto de Neira Vilas, pero reconoce que está aparcado, que ahora le apetece volver a la palabra y está trabajando sobre ello. «Nunca pensé que acabaría escribiendo teatro. Me ha abierto la mente», señala.

Lleva ocho años dedicándose a la interpretación. «He hecho muchos cursos de formación, y gran parte de mi trabajo viene del poso de Paco», señala, de lo aprendido en aquellos cursos que impartía en la casa rural de Vilardesilva (Rubiá) cuando sus giras con Familie Flöz se lo permitían. «Cosas que aprendí hace siete años están ahí y salen», añade. Prada es parte de Gargallada. Siempre lo ha sido. «Para mí es un honor que Gargallada llegue a esto, no quiero capitalizar, porque es un trabajo compartido», dice. Cada vez, añade, con más gente. Son alrededor de 15 socios, pero «estamos creciendo sin parar», porque ahora, con tres proyectos en marcha, hay gente nueva que se va uniendo.

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