En un ambiente rural, una Mozuela se rebela contra el deseo de su madre de vender su cuerpo a un rico judío. El esperpento de Valle-Inclán, dibuja los ambientes de corrupción, de lujuria, de avaricia y de muerte de forma mágica. La magia inunda la escena. Entre tanto, Julepe, anarquista borrachón, hereda por sorpresa una gran cantidad de dinero a la muerte de su mujer, Floriana. El campo de lo grotesco nos golpea en la cara, regalándonos un dibujo de trazos gruesos que nos remueve como si de un grabado de Goya se tratase.