En Brumley, localidad cercana a Londres, la familia del empresario Birling celebra el compromiso matrimonial de su hija Sheila con Gerard Croft, heredero de otro importante empresario de la ciudad. Estando en plena celebración reciben la visita de un inspector. Un personaje salido de la noche que inspeccionará sus vidas e irá sacando a la luz, con destreza implacable, actos que uno por uno son casi asumibles, pero que juntos derivan, sumando fuerzas, en algo parecido al asesinato. La idea es que todos somos responsables de todos, como una gota de sangre lo es de cada latido del corazón. Que hay un orden moral en cada gesto. Y que algún día, llamará un inspector decidido a juzgarnos.
Tiene esta obra una mezcla de exquisita denuncia social y de advertencia apocalíptica. Porque lo que se te queda en el cuerpo, al final, es la impresión de que todo se paga.